24/1/08

Ecologismo práctico - Introducción

Los actos que podemos llevar a cabo para preservar el medioambiente se reducen básicamente a controlar y reducir nuestro consumo. Debería ser nuestro objetivo medioambiental. Y con consumo me refiero a todo tipo de bienes materiales, energía, alimentos o bienes mayores (como podría ser una casa). Todos los consejos que daré a continuación son simples directrices para llevar a cabo este objetivo, que no deberían hacer demasiada falta si cada vez que pagamos por algo tuviésemos bien en mente la idea de consumo responsable. Pero como siempre van a haber cosas que se nos escapen, está bien averiguar punto por punto qué podemos hacer.
Esta no es una guía definitiva del ecologista modelo ni mucho menos, son simplemente las cosas que yo trato de hacer y que creo que toda la gente podría hacer sin sufrir traumas irreversibles.
Tal y como está montada la sociedad, a veces, para consumir de forma responsable hace falta ser algo más que mileurista, pero tampoco vale escudarse en que soy pobre y por no querer gastar X € más al mes ya no consumo responsablemente... Yo creo que es mejor ahorrarse un par de cubatas el finde (o la figurita oficial de resina de nosequién) y gastar ese dinero en huevos de granja, que tomarse esos cubatas y luego comprar huevos de gallinas enjauladas.
El mayor problema que veo normalmente a la hora de actuar de forma ecologista, son las pocas ganas que tiene uno de convencer a los de su entorno, y, por no luchar contracorriente, nos dejamos llevar por ella. La de veces que he oído “Es que en mi casa no reciclo porque mi madre pasa”*. El caso es que a la gente (tu familia o compañeros de piso), si se le dan facilidades y se les explican las cosas con buen humor y/o juegos, no te suelen decir que no (hay excepciones, pero no suelen poner pegas). Me explico: no es lo mismo si llegas a tu casa y dices “¿Oye, y si reciclamos?”, a lo que probablemente te responderán con un “Bah, para lo que sirve...”, que si llegas a casa, pones cuatro compartimentos distintos, te curras unos cartelitos guapos, arreglas todo, y dices “¿Oye, y si reciclamos? Yo me encargaré de bajar la basura si tanta pereza os da”. La gente suele hacer lo que menos esfuerzo les requiere, así que, probablemente, poniendo tú un poco más de esfuerzo, los de tu entorno cambien algunos de sus hábitos (al menos mientras viven contigo... Una suerte sería si después de eso los conservasen).

*Claro que mucho más triste es el “No reciclo porque no tengo espacio”. Patrañas, son pocas ganas de organizarse, aunque de esto ya hablaré en el apartado que corresponde.

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  • Consumo.
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