Ay, como siempre, mi catastrofismo de cuando estoy decaída se me adelanta. Os dejé un mal sabor de boca con la historia de mi gata, así que ahora me toca actualizaros la información y decir lo que en realidad ha pasado.
Un día, en casa de mi padre, descubrí que la "gata" tenía un par de... Vamos, que era gato. XD Eso significa que la operación para caparle no es tan cara, y mi bolsillo podía permitírselo(dentro de lo que cabe). Además le pregunté a mi padre que opinaba sobre quedarse con el animal, si le gustaba tenerlo o no; y me dijo que si solucionaba el problema de los pises, lo demás podía aguantarlo, ya que también tiene cosas positivas, como que juega con el otro gato o que da cariño y diversión. Así que esta Semana Santa llevé al gato al veterinario (a otro veterinario, no a la que me había dicho que era gata. xD), y me dijo que era mejor caparle antes que vacunarle para que no cogiera el hábito de marcar, que luego es difícil de quitar. Así que lo llevé, me gasté los 75 € que valía la operación, pero el gato tiene casa y no se dedica a apestarla. Lo chungo es que aún tengo que pagarle las vacunas... Bueno, y esa es la historia de Taro (como el personaje de Dr. Slump, jejeje) por ahora, que, como véis, no tiene nada que ver comparado con lo que supuestamente iba a pasarle.
Y ahora os cuento la anécdota de cuando lo llevé al veterinario para que le revisaran la operación (por si se infectaba o algo).
Resulta que soy tan feliz, que decidí llevarme al gato con correa en vez de en una caja. Tenía una correa porque siempre había querido sacar a pasear a mis gatos a la calle, pero claro, como nadie les enseñó de pequeños, pues lo único que hacen es agazaparse en una esquina y mirar con ojos desconfiados a todas partes. Pero como tengo mucha fe, cogí al gato con la intención de llevarlo en brazos (el veterinario está a 10 minutos andando). La correa era para que no pudiera escaparse si lo intentaba. Al principio, como el barrio es tranquilo, pues el gato simplemente se acurrucaba contra mí mientras prestaba atención a todo lo que le rodeaba con los ojos como platos y los nervios crispados. Luego llegamos a una calle más transitada, y el miedo del gato iba creciendo por todos los sonidos que le rodeaban. De repente, una moto escandalosísima cruzó por encima de la acera delante de mí para meterse en un garaje, y claro, Taro pegó un brinco increíble, empezó a arañar, saltar y atacar por todas partes. Aun así, mantuve la calma, cogí al gato como pude y lo llevé a un callejón tranquilito. Acabé con varios arañazos en las piernas y un hombro a rayas cuando apenas llevábamos cinco minutos de camino. Podía volver, pero eso sería perder el camino hecho, así que intenté envolver al gato con mi sudadera y seguir adelante. Al oler algo familiar, el gato se quedó encantado dentro de la sudadera, y el resto del viaje transcurrió sin problemas. En el veterinario le dijeron que estaba bien, aunque le pusieron un antibiótico por si acaso (no se movió durante la inyección, estaba con parálisis total del miedo que tenía, es un cagueta. xD). Al salir del veterinario, volver a oler aire fresco y ver que ya había pasado lo peor, se tranquilizó; así que durante el camino de vuelta no pasó nada más.
2 comentarios:
Pos no es tan barato... jejeje, pobrecicos...
Me has añadio ^^
Un saludo.
bueno, al menos todo ha acabado bien... menos tus piernas y tu hombro ^^U
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