8/7/07

La capacidad de maravillarnos

No sé si alguna vez habéis subido en avión, pero si lo habéis hecho sabréis que es una experiencia como mínimo notable. No sé, yo no puedo evitar maravillarme por todo cuando subo a una de esas máquinas.

Cuando el avión acelera y pasas de ir a velocidad terrestre a notar la potencia terrible de los motores*, el pensar que nosotros, esas pequeñas motas de polvo en el universo hemos sido capaces de superarnos creando semejante aparato; cuando el avión se despega del suelo y notas que ya no hay nada que te sostenga, excepto gas. El movimiento del estómago durante el despegue que te hace sentir como en una montaña rusa. Ver como el suelo, los edificios, las montañas y todo lo que queda debajo de ti va empequeñeciendo, y te parece vivir en Google Earth por un rato. Ver las nubes desde arriba, como increíbles masas de algodón de azucar bañadas por el sol, donde sin duda deben vivir osos amorosos como mínimo. O unicornios alados, quién sabe. Y pensar que son "solo" masas de agua gaseosa, como lo que queda en tu cuarto de baño en invierno tras ducharte, pero a gran escala. Ver el océano, inmenso, inacabable, brillando al sol, y no ser capaz de distinguir (quizá con énfasis puedes imaginártelo) la curvatura de la Tierra en el horizonte a pesar de lo terriblemente lejos (para tus pequeños ojos de mosca sobre su mierda) que te encuentras de ella.

No sé, viajar en avión, aunque me tenga que comer la típica incompetencia de las empresas de transporte en España, tarifas abusivas, horas y horas de pasear sin nada que hacer por el aeropuerto, mil horas de viaje de puerta a puerta porque los aeropuertos están siempre lejos... a pesar de todo eso, me encanta viajar en avión. Me maravilla. Al igual que, de repente, cuando miro un animal o una planta, tras observarlo un rato, caigo en la cuenta de que está vivo, de que es algo más que la suma de sus partes, de que es absolutamente increíble que estemos vivos, funcionemos, pensemos... O cuando veo una roca y me intento remontar en su pasado, algo que para mí y mi limitado concepto del tiempo es casi el infinito hacia atrás. Hace poco creí atisbar, un poquito y de lejos, el porqué el tiempo es la cuarta dimensión. Son conceptos raros pero increíbles.

Y bueno, mi último viaje en avión me ha hecho darme cuenta de la cantidad increíble de gente que hay que puede coger un avión sin desesperarse por estar cerca de una ventana. Es más, incluso hay gente que prefiere pasillo. Y no se maravillan por nada. Duermen todo el viaje y se desesperan por no poder utilizar sus teléfonos móviles.

La gente asume que este sitio en el que vivimos es normal, que es así y punto, que no hay nada por lo que sorprenderse, que el hecho de que varias notas concordantes puedan evocarte cualquier tipo de sentimiento es algo normal, que el mundo está hecho por y para nosotros...

Así que lo que quería comentar después de tanta perorata, es que me parece triste que tanta gente haya perdido esa capacidad de sorprenderse y de quedarse prendados por esas cosas tan "normales" e increíbles que nos rodean. El no haberla perdido del todo me hace sentir una niña, y eso me gusta, porque odiaría dejar de crecer. Llamadlo síndrome de Peter Pan o lo que queráis, pero me encanta seguir siendo una cría, aunque a veces tenga inconvenientes. A los que no lo hacéis: hacedme un favor y poneos a mirar de vez en cuando alguna pequeña cosa de la que os rodea, como los pequeños pixeles de la pantalla que pueden formar fabulosas imágenes o el ruido estruendoso que puede hacer una sola y diminuta chicharra.


*Sí, ya sé que ecológicamente hablando un avión da asco, pero dejadme no ser una ferviente ecologista por cinco minutos sin descalificarme como tal...

2 comentarios:

Radwolf dijo...

En esto estoy muy de acuerdo contigo. Siempre he pensado que es bueno no crecer demasiado para según que cosas. Cuando crecemos muy rápido, nos olvidamos que una vez fuimnos niños y de que las cosas son más excitantes y la vida mucho menos aburrida. Todo con mesura por supuesto, pero muchas veces no me dejo de sorprender con cosas que ya sabíamos o creíamos consolidadas y las ves como si lo hicieras por primera vez y es muy agradable.

Pues eso, que a seguir disfrutando.

Hoy porque no tengo más tiempo pero ya te comentaré algo del post de Heroes. :D

Anónimo dijo...

Ya lo han dicho los poetas en muchos de sus escritos.

Pero la razón que hay para que la gente pierda ese razonamiento es bastante sencillo y se acerca a lo que dices tu:

Al igual que, de repente, cuando miro un animal o una planta, tras observarlo un rato, caigo en la cuenta de que está vivo, de que es algo más que la suma de sus partes, de que es absolutamente increíble que estemos vivos, funcionemos, pensemos... O cuando veo una roca y me intento remontar en su pasado, algo que para mí y mi limitado concepto del tiempo es casi el infinito hacia atrás. Hace poco creí atisbar, un poquito y de lejos, el porqué el tiempo es la cuarta dimensión. Son conceptos raros pero increíbles.

Todo aquello desconocido produce en el ser humano, de forma irremisible e inconsciente, miedo. Miedo que solo puede ser vencido a través del razonamiento, ya sea intentando darle una explicación plausible o simplemente aceptandolo como algo más y superando ese miedo.

Pero a la gente en general no les gusta razonar, sino que lo prefieren todo mascado y hecho y acaban abogando por una huida de la realidad para tener una falsa sensación de que "todo esta en su sitio, todo es normal y no hay nada raro".

Ya lo dijeron los poetas, ya, y por eso ahora quedan tan pocos.